HISTORIA DE LA ÓPERA. Tras la representación de la Euridice de Jacopo Peri, que vimos en el capítulo anterior, obra estrenada con motivo de los esponsales de María de Medici y Enrique IV de Francia, el romano Giulio Caccini (1550-1618), y por idéntico motivo, estrena su primera ópera “Il rapimento de Cefalo” de la que, por desgracia, solo ha llegado a nosotros el coro que cierra la obra. Más adelante, el 5 de diciembre de 1602, Caccini estrenará su Euridice sobre el mismo texto de Octavio Rinuccini, y que había servido para la mencionada obra de Peri.
Toccata
Prólogo
La Música
Dal mio Permesso amato a voi ne vegno, incliti eroi, sangue gentil di regi,
di cui narra la Fama eccelsi pregi,
nè giugne al ver perch' è troppo alto il segno.
Io la Musica son ch' à i dolci accenti
sò far tranquillo ogni turbato core,
et or di nobil ira et or d' amore
posso infiammar le più gelate menti.
Io sù cetera d' or cantando soglio
mortal orecchio lusingar talora,
e in guisa tal de l' armonia sonora
de la lira del ciel più l' alme invoglio.
Quince a dirivi d´Orfeo desio mi sprona,
d´Orfeo che trasse al suo cantar le fere
e servo fe´l´Inferno a´sue preghiere,
gloria inmortal di Pindo e d´Elicona
Or, mentre i canti alterno or lieti or mesti,
non si mova augellin fra queste piante,
nè s' oda in queste rive onda sonante,
ed ogni auretta in suo camin s' arresti.
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Toccata (se interpreta antes de levantar el telón)
Prólogo
La Música
Desde mi amado Permesso vengo a vosotros, ilustres héroes, noble sangre de reyes,
de los que la Fama relata excelsas glorias,
mas no alcanza a todas, pues son sublimes.
Yo soy, la Música, que con sus dulces acentos
sabe apaciguar al corazón turbado
y que puede inflamar de noble ira o de amor
las mentes mas heladas.
Yo con cítara de oro acostumbro
halagar a veces al mortal oído,
y así a la armonía sonora
de la lira del cielo más las almas envuelvo.
Pero es de Orfeo de quién quiero hablaros,
de Orfeo que sedujo con su cantar a las fieras,
y siervo fue el Infierno a sus ruegos,
gloria inmortal de Pindo y de Helicón
Ahora, mientras alterno mis cantos alegres o tristes,
No se mueva un pajarillo entre las ramas,
Ni se oiga una ola en estas riberas,
Y toda brisa se detenga en su camino
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ORFEO
Rosa del ciel, vita del giorno,
e degna prole di lui
he l' Universo affrena,
sol, che'l tutto circondi
e 'l tutto miri,
da gli stellati giri,
dimmi:
vedesti mai di me più lieto
e fortunato amante ?
Fu ben felice il giorno,
mio ben, che pria ti vidi,
e più felice l' hora
che per te sospirai,
poich' al mio sospirar
tù sospirasti.
Felicissimo il punto
che la candida mano
pegno di pura fede à me porgesti.
Se tanti cori avessi
quant' occh' il ciel sereno
e quante chiome sogliono i
colli haver
l'Aprile e 'l Maggio,
colmi si farien tutti
e traboccanti di quel piacere
ch'oggi mi fà contento.
EURIDICE
Io non dirò qual sia nel tuo gioire,
Orfeo, la gioia mia,
che non hò meco il core,
ma teco stassi
in compagnia d' Amore.
Chiedilo dunque a lui s'
intender brami quanto lieta
i gioisca,
e quanto t' ami.
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ORFEO
Rosa del cielo, día del mundo y
digno descendiente
de aquel que rige el universo,
sol, tú, que todo lo rodeas y
que todo lo ves, dime:
¿has visto alguna vez,
en tu carrera entre las estrellas,
un amante más alegre y feliz que yo?
Fue muy feliz, el día, amor mío,
en que te vi por primera vez,
y más feliz la hora
en la que suspiraba por ti,
porque tus suspiros
respondieron a los míos.
Fue muy feliz el momento
en que tú me tendiste
tu blanca mano
como prenda de la pureza de tu fe.
Si hubiese tenido tantos corazones
como ojos tiene el cielo eterno y
vegetación esas amables colinas
en el verde mes de mayo,
todos hubieran sido colmados y
desbordados por el placer
que me proporcionó, ese día,
la felicidad.
EURÍDICE
Yo no sabría decir
cuánta alegría,
Orfeo, me has proporcionado,
pues mi corazón no está conmigo,
sino contigo,
en compañía del amor.
Pregúntale, pues,
si quieres saber lo feliz que es y
cuánto te ama.
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