Clásica 2

Revista de Ópera y Música Clásica

Tiempo y espacio en la Filosofía de la Música

Fecha de publicación: 25 de abril de 2009

La Música y la Filosofía en Clasica2. La dualidad espacio- temporal, su significado y su esencia última, han ocupado a los pensadores desde los orígenes de la proto-filosofía. El desarrollo del pensamiento en un discurrir temporal, que convenimos en denominar histórico, no ha dejado de concebir diversas teorías del conocimiento teniendo como objeto de estudio al tiempo y al espacio y sus relaciones. 

Discóbolo de Mirón

 

Música clásicaLA MÚSICA CLÁSICA Y LA FILOSOFÍA. TIEMPO Y ESPACIO

Desde un punto de vista musical, y en oposición al resto de las manifestaciones artísticas -aquellas que definimos como plásticas, o visuales- la música representa la expresión temporal, el ritmo vital, el pulso del Universo. Las otras son creadoras de espacio, que además necesitan para ser. 
 
La música fluye, y es mientras suena; dinámica desde el enfoque fenomenológico de la física clásica, mientras que la arquitectura, la pintura, o la escultura, son estáticas; se nos presentan en su ser de forma continua, inmóvil y eterna; son la expresión del espacio. 
 
Añadamos el hecho que una, la música, la conocemos mediante el concurso del sentido del oido, inútil para las demás, y a estas con el sentido de la vista, de poca utilidad para la apreciación musical. 
 
Por último la música exige  intermediarios entre la partitura y el auditorio. A saber: los intérpretes, los instrumentos musicales, el escenario en la que se produce, e incluso se ve influida por el hecho de que la audición sea privada e íntima- la obra y yo- o social -la obra y todos los asistentes-. Nada de esto ocurre en las artes plásticas. La apreciación de este tipo de obras solo requiere que pueda presentarme ante ella, y tener, eso sí, tiempo suficiente para poder escudriñar y descubrir todo lo que encierra.
 
Hay una diferencia, sustancial, que será objeto de futuros artículos: las artes visuales incorporan, en ese su espacio, información conocida que incluye la carga psicológica del observador en cantidad suficiente para poder juzgar la obra como buena o degenerada. Me refiero a los colores, las texturas, los materiales, la abstracción o la figura, el tema reconocible de la misma o su ausencia, ... Sin embargo no ocurre en la música porque todavía no tenemos, en general, información precedente ni carga que nos haga manifestarnos en contra o a favor de  la utilización del Si bemol -por ejemplo- en algún pasaje determinado de ninguna de las páginas musicales. 
 
Manuel López-Benito

Audición de música clásicaAUDICIÓN DE MÚSICA CLÁSICA. MONTEVERDI ORFEO

Escuchemos, como colofón a este artículo, la presentación de la Música en el Orfeo de Claudio Monteverdi (1567-1643). En paralelo contemplemos, tanto tiempo como consideréis oportuno al Discóbolo de Mirón. Dedicarle a uno y a la otra el mismo tiempo ¡Tendréis que escuchar muchas veces el audio! (Nota: El primer audio es la toccata y el segundo la presentación " Dal mio Permesso amato....").  
 

Toccata inicial del Orfeo de Claudio Monteverdi   

Prólogo Dal Mio Permesso Amato del Orfeo de Claudio Monteverdi   

Toccata                         
 
Prólogo
 
La Música
Dal mio Permesso amato a voi ne vegno, incliti eroi, sangue gentil di regi,
di cui narra la Fama eccelsi pregi, 
nè giugne al ver perch' è troppo alto il segno.
 
Io la Musica son ch' à i dolci accenti
sò far tranquillo ogni turbato core,
et or di nobil ira et or d' amore
posso infiammar le più gelate menti.
 
Io sù cetera d' or cantando soglio
mortal orecchio lusingar talora,
e in guisa tal de l' armonia sonora
de la lira del ciel più l' alme invoglio.
 
Quince a dirivi d´Orfeo desio mi sprona,
d´Orfeo che trasse al suo cantar le fere
e servo fe´l´Inferno a´sue preghiere,
gloria inmortal di Pindo e d´Elicona
 
Or, mentre i canti alterno or lieti or mesti,
non si mova augellin fra queste piante,
nè s' oda in queste rive onda sonante,
ed ogni auretta in suo camin s' arresti
Toccata 
 
Prólogo
 
La Música
Desde mi amado Permesso vengo a vosotros, ilustres héroes, noble sangre de reyes, 
de los que la Fama relata excelsas glorias, 
mas no alcanza a todas, pues son sublimes. 
 
Yo soy, la Música, que con sus dulces acentos
sabe apaciguar al corazón turbado
y que puede inflamar de noble ira o de amor
las mentes mas heladas.
 
Yo con cítara de oro acostumbro
halagar a veces al mortal oído,
y así a la armonía sonora
de la lira del cielo más las almas envuelvo.
 
Pero es de Orfeo de quién quiero hablaros,
de Orfeo que sedujo con su cantar a las fieras,
y siervo fue el Infierno a sus ruegos,
gloria inmortal de Pindo y de Helicón
 
Ahora, mientras alterno mis cantos alegres o tristes,
No se mueva un pajarillo entre las ramas,
Ni se oiga una ola en estas riberas,
Y toda brisa se detenga en su camino.  

 

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