POESÍA Y MÚSICA CLÁSICA. La poesía y la música son hermanas que han recorrido juntas infinidad de caminos en el devenir de la Historia de la Humanidad. Siempre dispuestas a ayudarse una a la otra y fuentes inagotables de inspiración mutua. A veces la una se hace presente mientras la otra permanece en un segundo plano. Otras veces invierten los papeles, y en no pocas ocasiones se nos muestran juntas alcanzando cumbres de emoción desconocidas hasta que no se nos muestran en todo su esplendor radiante.
Son eu a muller que agora ocupa esta casa
na que existes, Olga, Elba,
dende que se abriron para min cos pés descalzos
os seus labios de actriz que non me aman.
E ¿qué sodes vós á vida miña? compañías presentes,
mulleres antigas e presentes,
dobles pálpitos de ser broslados na pel do que eu abrazo.
Somos tres e matino nas nosas figuracións idénticas, perfis
repetindo o perfil da sua milimétrica idea da beleza.
Deslumbrantemente admiradas e repugnadas atè a náusea.
Que o daría todo por ser por un minuto coma vós,
eu, que vos fun, tan abnegada e intintivamente.
Respira o rastro das caricias vosas no que eu toco,
aínda insobornable na madeira destes mobles,
nos frascos que aínda están, na vousa roupa.
Olga, Elba, abstractamente perfectas como mulleres anónimas,
intactas, coma o que non morrerá nunca.
Aínda quente está a pegada dos vosos pé no que me acolle,
e na mesa que comparto con espectrais ausencias
alugo o voso espacio implacable con usura.
Que habería correr por ser máis cás vosas cifras
ou desexo matar o voso nome a coiteladas.
Olga, Elba, mulleres pasadas e perpétuas,
e eu estúpidamente filla vosa,
estupidamente irmá nunha xenealoxía interrogante.
Pantasmas divinas e feroces mentras durmo
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Soy yo la mujer que ahora ocupa esta casa
en la que exististeis, Olga, Elba,
desde que se abrieron para mí con los pies descalzos
sus labios de actriz que no me aman.
Y ¿qué sois vosotras a mi vida? compañías presentes,
mujeres antiguas y presentes,
dobles pálpitos de ser bordados en la piel de lo que abrazo.
Somos tres y yo cavilo sobre nuestras figuraciones idénticas, perfiles
repitiendo el perfil de su milimétrica idea de la belleza.
Deslumbrantemente admiradas y repugnadas hasta la náusea.
Que lo daría todo por ser por un minuto como vosotras,
yo, que os fui, tan abnegada e instintivamente.
Respira el rastro de las caricias vuestras en lo que toco,
aún insobornable en la madera de estos muebles,
en los frascos que aún están, en vuestra ropa.
Olga, Elba, abstractamente perfectas como mujeres anónimas,
intactas, como lo que no morirá nunca.
Aún caliente está la huella de vuestros pies en lo que me acoge,
y en la mesa que comparto con espectrales ausencias
arriendo vuestro espacio implacable con usura.
Que habría de morir por ser más que vuestras cifras
o deseo matar vuestro nombre a cuchilladas.
Olga, Elba, mujeres pasadas y perpetuas,
y yo estúpidamente hija vuestra,
estúpidamente hermana en una genealogía interrogante.
Fantasmas divinos y feroces mientras duermo
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