La Ópera en Clasica2. Las sopranos de coloratura según la definición del Diccionario Harvard de Música, Ed. Don Randel, son aquellas “sopranos de registro agudo que cantan en un estilo ornamentado o con embellecimientos elaborados, incluidos los pasajes rápidos de escalas y los trinos, ya sean escritos o improvisados”.
LA ÓPERA EN CLASICA2
Las voces que otros autores definen como las “trapecistas”, por esa facilidad y agilidad en los saltos de escalas. El repertorio incluye magníficos ejemplos de estas tesituras, entre los que podríamos destacar los que iremos comentando en esta sección de laEnciclopedia de Música Clásica en Clasica2.
Empecemos con: Cleopatra en Gulio Cesare, ópera de Haendel. Cleopatra, según la describe el compositor desde el punto de vista del retrato psicológico del rol, necesita de una soprano de coloratura para que esta característica describa la sensualidad, la capacidad de seducción, la capacidad amatoria, en su relación con Julio César; pero también tiene que expresar el odio que la mujer siente hacia Ptolomeo, su miedo cuando cae prisionera de aquel y la felicidad en un final feliz; en definitiva, las múltiples y complejas facetas del personaje.
Haendel incluye en la ópera ocho arias para Cleopatra. Todas ellas son magníficos ejemplos de aquello que se le pide a esta voz. Analicemos y escuchemos a continuación “Piangerò la sorte mia” aria del Acto III; Escena II: la del cautiverio de Cleopatra.
AUDICIÓN DE MÚSICA CLÁSICA Y ÓPERA EN CLASICA2
Haendel Giulio Cesare in Egitto. “Piangerò la sorte mia"
AUDICIÓN COMENTADA
Cleopatra, cautiva de su marido, se muestra en el primer terceto -que canta dos veces - resignada a su suerte y la coloratura resalta las palabras piangerò (llanto), vita, y crudele.
En el segundo terceto se presenta como un personaje vengativo tras su hipotética muerte. Es todo un alarde de expresividad debido al carácter del canto. El retorno a la resignación, en la repetición da capo, variada en la coloratura, expresa la mas absoluta falta de esperanza ante su futuro y la seguridad de su próximo fin que truncará, entre otras cosas, su amor por Julio César. Una delicia de aria.